La etimología latina de libro
es liber. Idéntica raíz palpita
en la palabra libertad.
1. Compromiso con la historia
Página memorable en relación a la lectura es nada menos que la libertad de los esclavos en Estados Unidos de Norteamérica,
Acuna este acontecimiento en su centro y en su base, en su meollo y en su corona, hay un acto de lectura, como un hecho eje en la vida de los pueblos y, en este caso particular, en la vida clave de un niño lector. ¿Quién es él?
Frederick Douglass, el consejero personal de Abraham Lincoln y que llegara a tal posición gracias a su autoformación y teniendo como única escuela y como comedidos y solitarios maestros a los libros.
Fue él quien insistiría ante el presidente Lincoln acerca de ese compromiso con la historia y con el género humano. Y él fue quien además redactaría el decreto abolicionista de la esclavitud negra.
En su biografía él cuenta que cuando era niño esclavo la esposa de su amo blanco tuvo hacia él un sentimiento de ternura y una actitud de protección maternal. Esta predilección fue a tal punto que fue ella quien lo inició en el conocimiento de las letras del alfabeto y la lectura.
2. Cómo te atreves
Sin embargo, un día entró el amo blanco cuando ella lo enseñaba el silabeo valiéndose de una cartilla elemental.
El grito del amo fue tal que la esposa soltó lo que tenía en las manos y que no eran sino un lápiz y un abecedario.
– ¿Qué estás haciendo, mujer? –Le gritó enfadado.
Ella, después de recuperarse del alarido y del susto, le respondió titubeante e inocente:
– ¿Por qué me gritas? Estoy enseñándole a leer a este niño.
– ¡Cómo te atreves a hacer eso!
– ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?
– ¿No entiendes, mujer? ¡Que si este niño aprende a leer dejará de ser esclavo?
En su furor dijo estas palabras. Y que el niño grabó y que constituyeron su lema, su clave y la única esperanza a la cual se aferró en la vida, creyó en ella y que fue la que no solo le diera la libertad sino que a través suyo consiguió la libertad para todos los seres humanos de hoy y de siempre, hacia el porvenir.
– Si aprende a leer dejará de ser esclavo. –Fue su norte, su consigna y hasta su amuleto
3. Rompen cadenas
Él nunca más importunó a su ama. Y ella nunca más se atrevió a contravenir a su marido, enseñándole a leer.
Pero aquella frase resonaba en su alma como un carbón ardiente o una espada de fuego. Ese grito y el sentido de esas palabras feroces y lapidarias fueron para él el arma de su liberación.
Empezó a mirar las letras con arrobamiento, a querer desentrañarlas con tesón. Y luego con pasión.
Y aprendió a leer ya por sí mismo.
Y llegó a ser lo que fue.
Y dicho y hecho: leer fue incompatible con su condición de esclavo, obteniendo primero su libertad y tiempo después la liberación de su raza.
Y eso mismo, Frederick Douglas, se dedicó a enseñar después a su comunidad, es decir que con el cultivo del saber y la lectura gozosa y asidua el hombre rompía todas sus cadenas.
Sean estos los grilletes que encarcelan, las marginaciones que ofenden, sean también los barrotes y cárceles de la ignorancia que oprimen al hombre.
4. Se prohibió su lectura
En el Perú, la acción revolucionaria de liberación de la población indígena, pero también de otros sectores sociales, como fue la población negra, tuvo de caudillo a Túpac Amaru, de quien también se ha perennizado sólo sus hazañas y sus actos guerreros; y hasta se exageraron y se cargaron las tintas en relación a los actos vandálicos, de desorden, caos y pavor en que sumió a los pueblos de la colonia del Perú.
Sin embargo, se olvida que fue un gran lector, asiduo y consumado. Incluso, sus biógrafos destacan cómo él fue sabiamente influenciado por un libro, los “Comentarios reales” del Inca Garcilaso de la Vega, de quien fue constante y aplicado lector.
José Durand refiriéndose al gran movimiento de reivindicación que encabezó Túpac Amaru II en Tungasuca, anota: “hasta diríamos que en los Comentarios reales se halla la Biblia secreta de esa revolución”. Ejecutado el caudillo la corona española prohibió la circulación y lectura de dicha obra, porque “excitaba la conciencia de nacionalidad”
5. Esa mochila
¿No es una rara coincidencia que aquellos que nos dieron la libertad hayan sido grandes lectores? ¿No hay allí un rastro que no debiéramos perder jamás?
Y en relación a una historia más reciente, de otro de los líderes legendarios que anheló y luchó por liberar a nuestros pueblos de las cadenas de la opresión de regímenes obsecuentes y de un orden internacional ordenado sobre un sistema de injusticias que margina a las grandes mayorías.
Que se inmolara por querer liberarnos de dominios indignantes, como de seguir modelos espurios en contradicción con la construcción de sociedades fraternas y solidarias como lo fue la cultura incaica.
Y quien fue Ernesto Che Guevara, respecto a él cuando se le tendiera el cerco en Bolivia, sus camaradas de campaña le insistían:
– Ernesto, ¡deja ya esa mochila! ¡No te deja avanzar! ¡Y cada vez se estrecha el cerco que nos han tendido!
6. Aún nublan nuestros ojos
Y por más que insistieron no lo dejó ni vació esa prenda. Cargó con ella atravesando pantanos y cuestas inclementes.
Al final, cuando cayó abatido, aunque vivo para después ser fusilado, al abrir esa mochila no encontraron armas de fuego. Tampoco bombas, ni granadas, ni cacerinas repletas de balas, sino que estaba llena de libros.
También leía, como Túpac Amaru, o Frederick Douglass, a la luz de la luna o del alba.
De allí que hay una prerrogativa y misión histórica para los maestros que anhelan forjar una nueva cultura y un nuevo destino para el Perú y América; y esto es: formar lectores.
Hacer del libro y la lectura un arma y un camino de liberación, para redimir las desgracias y miserias que nos hacen daño, para romper los atrasos que nos mantienen empobrecidos y quitarnos las vendas que aún cubren y nublan nuestros ojos.