Actualmente, aunque la literatura infantil y juvenil está en boga, siguen existiendo bastantes prejuicios debajo del puente de su comprensión, ideas que muchos dan como ciertas y que impiden su adecuada valoración o, incluso, crean una falsa imagen de lo que realmente es. Por eso, aquí aclaramos cinco mitos actuales sobre la literatura infantil y juvenil (LIJ).
Mito 1: “La literatura infantil solo es para niños”
Este mito de la LIJ parte de un prejuicio: que lo que los niños leen es exclusivamente para ellos, que es casi como decir que una película de guerra solo la pueden ver los que son militares. Es cierto que existen algunos textos que son solo para niños, pero usualmente son los que se usan en clases, es decir, hablamos de materiales educativos (incluimos a los cuentos para enseñar a ir al baño, a portarse bien, etc.) y estos no son realmente literatura.
La literatura infantil es la que, a través del juego verbal o del juego visual, no solo entretiene y captura el interés del niño, sino que lo introduce a una historia cautivadora que puede ser divertida, emocionante, estremecedora o tierna, obviamente recurriendo a temas cercanos para él; aquí entra la pregunta de “¿Y yo como adulto puedo divertirme con unos libros así?”. Por supuesto, porque todos hemos sido niños, y una buena historia gusta a cualquiera.
Mito 2: “Los libros para niños siempre son de fantasía o cuentos de hadas”.
Otro mito en torno a la #LIJ señala que esta se limita a cuentos y que los personajes son solamente príncipes, hadas, ogros y similares, es decir, fantasía. Cabe aclarar que es cierto que los orígenes impresos de la LIJ parten de la recuperación de relatos orales donde los elementos dominantes son de propios de la fantasía: hadas, duendes, ogros, etc. es decir, seres mitológicos de occidente; pero todo esto fue el inicio, no el fin de la LIJ. Actualmente, los temas de los libros para niños y jóvenes trabajan diversos temas, apelando siempre a los intereses de cada público y la fantasía es uno entre muchos espacios usados como canal de comprensión de la realidad.
Por ejemplo, El pato y la muerte, famoso libro álbum de Wolf Erlbruch, es una maravilla que permite que el niño y adulto comprenda el fenómeno de la muerte y su impacto en la vida humana, pero sin usar dramas forzados, o figuras demasiado tétricas. Todo de forma inteligente, delicada, precisa y siempre interesante para el lector y contando la historia del encuentro de un pato con la muerte con la que se va a pasear a diversos lugares.
Mito 3: “Los libros para niños enseñan (deben enseñar) valores”
Este mito LIJ parte del prejuicio aparente de que los únicos que deben aprender valores con libros son los niños, como si los adultos ya no necesitáramos hacerlo. Y es que nadie hace el mismo reclamo con los libros para adultos. ¿O se imaginan a Borges, Gabriel García Márquez, Umberto Eco pensando en qué valores quieren comunicar a sus lectores? Sí, es cierto que el niño, por su edad, necesita conocer, ahondar y practicar valores que lo ayuden a afianzarse como ser social, es decir, que aprenda a vivir con los demás, pero esta tarea no es función exclusiva de la literatura infantil y juvenil. La literatura busca contar una historia, impactar al lector con su arte (sea poético, narrativo o visual), hacerle pensar, reflexionar sobre diversos temas.
No es que no encierre o trate valores, es imposible narrar una historia sin referir el bien o el mal, pero no les dicta a los lectores lo que está bien o lo que está mal porque sería limitar la visión del niño o adoctrinarlo respecto a algo. Un ejemplo: si contamos un cuento donde se valora el compartir y nos enseña a que siempre hay que hacerlo, ¿qué pasa si el niño una temporada tiene que tener una dieta especial y lleva a clase comida específica para él y que además es de poca cantidad por su dolencia? ¿Estaría mal que no la comparta con alguno de sus compañeros que le pida algo? Un ejemplo forzado, pero que ilustra el punto de que es imposible pedirle a la literatura que encierre en unas cuantas historias el amplio campo de los valores y su práctica en la vida real.
Mito 4: “La literatura infantil solo debe tocar temas realistas”
Este mito LIJ es algo menos conocido, pero bastante difundido en círculos escolares, se relaciona con el anterior en la medida en que también considera que la LIJ debe educar al niño, es decir, la ve como un libro de texto y, por ello, como “instrumento pedagógico que es”, no puede “hacer perder tiempo al niño” con temas de fantasía o ajenos a su realidad: considera que contarle al niño historias ambientadas en lugares de fantasía o que no existen no lo ayudan en su formación. Es el “amor a la realidad” en extremo, donde solo lo concreto y objetivo es posible; aunque, en realidad, si se piensa un poco, es el utilitarismo disfrazado; el resultado al final es hacer de la literatura sierva de la pedagogía.
¿Es posible usar la literatura en clases sin caer en el pedagogismo? Por supuesto, pero siempre requerirá arte y un docente lector que sepa contagiar a sus estudiantes el mismo gusto que sintió al leer el libro. Y cualquier lector sabe que obras como La historia sin fin, Cholito en los andes, Harry Potter, Matilda, entre otras, conquistarán llevando al lector a mirar la realidad con otros ojos, pero siempre ayudándolo a entenderla mejor, no alejándolo de ella.
Mito 5: “La literatura juvenil siempre es de mala calidad ya que son productos hechos para venderse”
Este mito menosprecia la calidad de muchas obras juveniles que, a veces por su fama o por su sobreexposición, son vistas como productos comerciales. Actualmente, muchos estudios cinematográficos miran las últimas novedades de la literatura juvenil para buscar nuevas películas, pero eso no significa que la obra sea mala. Un ejemplo de ello es la novela Ready player one, una obra estupenda, ciencia ficción de buena calidad que entretiene a jóvenes y adultos, aunque su versión en película no haya sido la esperada.
La ladrona de libros o Un monstruo viene a verme son claros ejemplos donde el texto brilla, pero sus versiones en cine, no tanto. Sagas como “Divergente”, “Crepúsculo”, “Los juegos del hambre” no son nada malas, de hecho, alcanzan picos de gran calidad. Aunque algo es cierto: por sus temas y estilos narrativos son obras pensadas más para el disfrute adolescente con todos los conflictos propios de la edad, pero, reiteramos, no por ello son productos estrictamente comerciales o faltos de calidad.
Además, las fronteras no son nunca claras; por ejemplo, leer la sinopsis de una saga como “Nacidos de la bruma” podría hacer pensar a cualquier lector que estas novelas pertenecen al género juvenil, pero…. En fin, nunca está de más seguir algún blog o Booktuber que comente las obras más en boga. Al final, solo el tiempo dirá las que quedan como “clásicas” y las que fueron solo moda, pero evitemos miradas demasiado prejuiciosas en algo que no hemos leído.
Existen otros mitos que de vez en cuando aparecen, pero casi todos comparten características de la lista ¿conoces otros mitos en torno a la LIJ? Si sabes de alguno, déjalo en los comentarios.