Dentro de la serie de libros del tipo que listan discos por escuchar, libros por leer, películas que ver, la editorial Grijalbo de España nos presenta los 1001 libros infantiles que tenemos que leer…antes de crecer. El título juega con la referencia de la conocida obra de las 1001 noches y así, desde el inicio, nos plantea el espíritu de fantasía que ha animado la labor del conocido ilustrador inglés Quentin Blake (el ilustrador de muchas de las obras de Roal Dahl) y Julia Eccleshare, responsable de la crítica de libros para jóvenes en el prestigioso diario inglés The Guardian. Este respeto por la fantasía y la infancia los ha llevado a reunir 1001 reseñas de las mejores obras para niños y jóvenes, aquellas que sirven para que tanto el adulto como el niño viva la experiencia literaria y fantástica (necesaria a cualquier edad) y enriquezca su espíritu y humanidad.
En este sentido, se agradece el trabajo y es sumamente gratificante ver que ambos autores, desde sus propias áreas, han tomado en serio su labor no solo literaria sino también pedagógica. La ayuda de la clasificación por edades (que va desde 0 a 12 años) facilita el saber qué esperar de cada reseña y así poder definir la ruta de lectura y, por otro lado, las imágenes a todo color permiten hacerse una idea del arte y cuidado de cada obra.
Obviamente dos personas solamente no hubieran podido terminar semejante tarea, han contado con la colaboración de otros especialistas (bibliotecólogos, escritores, historiadores, periodistas, etc.) cuyas iniciales acompañan a las reseñas (los nombres completos figuran en una lista al final de la obra). Se ha logrado así un trabajo conjunto que permite navegar en el turbulento mar de la producción infantil que actualmente inunda aulas y mercados; y decimos turbulento porque escribir para niños es una tarea difícil, nada satisfactoria en un inicio y que exige tanto nostalgia como alegría y esperanza para poder conectar con el mundo interior de los niños y jóvenes. Lamentablemente los planes lectores han obligado a muchos autores a venderse y promocionarse usando a la literatura infantil como caballito de venta, en este sentido en esto radica el valor de esta voluminosa obra, en presentar al especialista, maestro o padre una lista, ejemplos de buenas obras infantiles y juveniles que le sean referentes y luego le permitan distinguir el oro de la paja. No es un canon, ni una serie única, es un conjunto de obras que para la cultura occidental, sobre todo anglosajona, reflejan el espíritu de la infancia tanto históricamente (se incluyen obras desde Esopo hasta los Grimm) como culturalmente (con lo que se llega a lo contemporáneo).
Otro gran valor de este trabajo es el haber incluído obras como Dragon Ball o Nausicaa, de Akira Toriyama y Osamu Tezuka reespectivamente; así se valida y reconoce el valor de estos relatos a pesar de estar en un formato como el manga. La amplitud del término literatura es llevado a sus límites en este libro.
Lo que se extraña es una mayor presencia de obras latinoamericanas; por Perú se encuenta solo Ciro Alegría con una casi desconocida obra como es Las aventuras de Machu Picchu que, en opinión del c
olaborador Lorenzo Bellettini, es una obra que “rescata con maestría temas, personajes, leyendas e historias de la tradición oral peruana, garantiza la integración de esas historias en la cultura peruana moderna”. Se extraña a otros autores con igual o superior maestría a la del gran Ciro Alegría. Como vemos no es canon, son solo muestras de la riqueza de temas y personajes que hoy el mundo infantil cuenta y que Blake y Eccleshare nos recuerdan porqué valdría la pena recuperarlos.
Datos del libro:
1001 libros infantiles que hay que leer antes de crecer.
Quentin Blake, Julia Eccleshare.
Editrial Grijalbo. 2010.