El anime en casa y en la escuela
La televisión no es la que que era hace 15 o 20 años, los niños de ayer son los padres de hoy y encuentran que los dibujos de antaño ahora han sido reemplazados por otros de diverso tipo que muchas veces –en la mente del padre de familia– no son nada recomendables para los pequeños. Entre este tipo de dibujos encontramos el popular género del anime, que es básicamente el dibujo animado que viene de oriente, de Japón sobre todo. Mencionar Dragon Ball, Caballeros del Zodíaco, Naruto, etc. produce ya una mirada de cuidado y alerta en los padres. ¿Entonces, apagamos el televisor? es una alternativa, pero que básicamente significa cerrar los ojos a un fenómeno imparable; muchos niños harán caso a sus padres, cuando jóvenes ya hallarán la forma de ver lo que quieran. ¿Qué puede hacerse entonces? Esta es la pregunta que esta serie de artículos tratará de ayudar a responder: entender y manejar el tema del anime en la escuela y hogar tratando de no caer en didactismos facilistas.
CULTURA JAPONESA
Mundos distintos
Muchas veces caemos en el error de juzgar lo que no es nuestro con criterios muy personales, este es el error de muchos que pretender acercarse o juzgar al anime como si fuera un simple dibujo animado del tipo Disney, cuando nos olvidamos de algo esencial: la visión del mundo que tienen los japoneses no es la misma que la de los occidentales y, más aún, de los latinoamericanos: el tratamiento de temas como el honor, el sexo, el trabajo y la violencia hasta la misma concepción del niño son muchas veces atípicos en nuestra sociedad; esta diferencia ha quedado ilustrada en la película “El último Samurai”, a pesar de los años y la occidentalización las diferencias profundas permanecen . Toda esta diversidad y particularidades se muestra sobre todo en el anime, más aún cuando en Japón el manga y el anime son industrias siempre en constante cambio y desarrollo que brinda productos de diversa calidad pero siempre en cantidad. La forma de digerir esos productos, por ahora no ha sido efectiva, de hecho, ningún dibujo japonés que llegó a latinoamérica, con éxito, era para niños (salvo Hello Kitty), sino para adolescentes. Una mirada distinta, un producto distinto.