La autora peruana comparte con nosotros sus motivaciones, inquietudes creativas y nos cuenta cómo nació el proyecto de El hada traviesa. Esta entrevista fue concedida al periódico Mnemósine, cuyo equipo editorial generosamente nos ha cedido parte de ella.
¿Cómo nace El hada traviesa?
Tuve el deseo de escribir libros divertidos que estuvieran impregnados de sabiduría para los niños.
Estudio constantemente sobre el ser y busco respuestas sabias. Me gusta leer y aprender a través de la lectura: de sabios refranes, de historias, de anécdotas, de fábulas, de parábolas, de poemas. Me gusta analizar y sacar conclusiones que encuentro positivas y alentadoras. Me llena e interesa el conocer, a través de la lectura, a personas excepcionales que nos han dejado un legado de sabiduría, amor y ejemplo, como Madre Teresa de Calcuta. Yo pienso que no son temas de adultos, son tesoros de la humanidad que podemos compartir también con los niños pequeños. Si todos los niños pueden saber quién es Mickey Mouse también pueden saber sobre quién fue Madre Teresa de Calcuta.
Para mí es importante compartir todo lo que voy aprendiendo con mis hijos y con otros niños del mundo para que cuando ellos sean mayores, su nivel de sabiduría sea mayor y puedan ir a más.
Al nacer mi tercera hija, Catherina decidí hacerle un regalo especial. Un libro con un mensaje de oro y así fue que comenzó «El hada traviesa»… como un juego, entre mis hijos y yo. Ellos son los protagonistas y yo les escribo para que se diviertan y aprendan sobre temas que considero importantes y valiosos. También disfruto muchísimo de compartir mi mundo y este juego con niños y adultos de todas partes del mundo.
El lector al que te diriges no es un lector cualquiera, es uno en formación y con una sensibilidad grande, ¿hay algunos ingredientes o motivos que no deben faltar en un libro infantil?
La diplomacia no existe en el mundo infantil. Si a un niño algo le aburre se para y se va. Para mí, los libros infantiles deben ser alegres y optimistas. Estamos acostumbrados a las historias que infunden miedo, sensaciones intensas y polarizadas. Aunque esta fórmula atrape la atención de un niño no creo que sea ni bueno ni necesario. Pienso que el mundo está cambiando, nos estamos dando cuenta de que no debemos alimentarlos de violencia, de crueldad y miedo. Necesitamos alimentarlos de paz, de rectitud, de amor, de verdad. El ingenio debe ser el de divertirlos con temas alegres, positivos, reparadores, que les inspire a querer ser mejores personas.
Hace 15 años que trabajo para los niños de 1 a 3 años y veo que su reacción natural es siempre preferir la historia contada en positivo y no en negativo. Mi experiencia me muestra que el ser interno del niño desea muchísimo más temas impregnados de paz y amor.
Yo deseo inculcar, a través de libros divertidos, valores humanos y menos sensaciones bipolares de miedo y alivio, siendo igualmente muy divertidos.
¿Cuál crees que es el papel de la ilustración en el libro infantil?
Yo creo que la ilustración es de extrema importancia en el libro infantil, ya que un niño de temprana edad comprende mucho más lo concreto que lo abstracto. A través de las imágenes podemos lograr poner de un modo concreto lo que resulta abstracto y difícil de comprender para un niño. Normalmente, lo primero que hace un niño al coger un libro es querer mirar las imágenes y a través de ellas enterarse qué está pasando. Como bien dice el refrán «una imagen vale más que mil palabras»; en los niños, esto se cumple en el sentido de que la imagen es el ingrediente más valioso.
Poco a poco esto se invierte y el adulto ya no necesita de imágenes y es capaz de imaginar lo que las palabras describen, lo abstracto.
La literatura infantil está relacionada con la pedagogía, pero ¿no crees que al privilegiar el didactismo sobre «lo literario» oscurece de alguna manera el contacto del niño con lo estético?
No creo que lo pedagógico pueda oscurecer de alguna manera el contacto del niño con lo estético. ¿Qué puede alejar a los jóvenes de la literatura? Posiblemente, la técnica de enseñanza… si la persona lo asocia con un momento desagradable, de tensión, de aburrimiento. En todo caso, algo de culpa podría tener la falta de ingenio del escritor o del maestro de no haber escrito o contado una historia de manera divertida o interesante. Pero aun así, ¿quién no ha tenido profesores que enseñan un curso divertido de forma aburridísima y que desanima a cualquiera, o profesores que enseñan un curso aburrido o difícil de manera amena? También se puede deber a la falta de ejemplo de los padres. Normalmente un joven que a visto leer mucho a sus padres leerá también y viceversa.
Hoy en día los padres vivimos corriendo… trabajando y nos queda poco tiempo para cada hijo, por eso, apuntamos a lograr tener con cada uno lo que se llama «calidad de tiempo». Y si le voy a leer un libro a mi hijo pequeño (literatura infantil); como madre, voy a escoger un libro que sea divertido y que al menos sutilmente nos ayude a pensar en algún tema que pueda calar en nuestro carácter y hacernos mejores personas. Pero soy yo la que debo seleccionar bien los libros. Si pudiese solo darle un plato de comida a mi hijo al día, escogería comida sana que lo vuelva fuerte y no comida rica, pero vacía como papitas o chizitos. Mi experiencia me dice que, desde muy pequeños, los niños tienen gustos muy distintos; cada niño es diferente y le llama la atención diferentes tipos de literatura, ya sea más pedagógicos (valores humanos, científicos, etc.) o más superficiales. Ellos mismos te van pidiendo qué libro quieren que les leas, pero escogerá de los libros que tienes en casa y estos, en su mayoría, los ha escogido el padre o la madre. Y un libro que lo aburre no se lo podrás leer al menos que utilices autoritarismo y esta técnica sí puede alejarlos de la literatura. Si los niños disfrutan del momento, no hay forma —en mi opinión— que aunque sea muy pedagógico los desanime a la lectura.
A los jóvenes o adultos nos atrae leer selectivamente, escogemos el tipo de lectura de acuerdo a nuestros intereses personales o profesionales. Algunas personas se inclinan más por lectura espiritual, de autoayuda, otros más por la científica, otros por las novelas, la ficción, otros temas tecnológicos. Y esto puede cambiar en el transcurso de nuestras vidas según las experiencias que vamos viviendo. La ganas de leer o la falta de ganas también se puede deber al grado de motivación por saber de un tema en concreto.
En tus artículos, comentas mucho la importancia del trabajo personal sobre el carácter, lo cual está relacionado con la familia, ¿en qué medida la escuela puede también colaborar con esto más allá de su práctica alfabetizadora?
Las escuelas pueden colaborar insertando en su programa escolar el estudio de valores humanos de forma directa y/o indirecta. El método directo es el tradicional, en el que se ofrece al alumno la «clase de valores humanos» y a través de fábulas, parábolas, cuentos, historias reales o inventadas se trata un valor en particular. Se refuerzan a través de actividades diversas como lo son un trabajo artístico, el teatro, canciones, entre otros.
El método indirecto incluye e integra los valores humanos a cualquier materia que se dicte. Por ejemplo, en matemáticas: «Realiza un problema en el cual la solución sea 6.4», en vez de «Yo hice 32 masitas para darles a unos niños con hambre; 5 niños vinieron a comerlas. ¿Cuántas debo darle a cada uno?»
Así como la «dulzura» es lo que le da valor al azúcar y lo «salado» es lo que le da valor a la sal, el «Amor» es lo que le da valor al ser humano. Me refiero a los valores humanos.
La competencia de quién tiene más títulos y quién sabe más sobre el mundo, de la ciencia, de tecnología, de un oficio resulta insuficiente. Ahora nos queda conquistar el mundo interior, nuestro ser interno. Nuestro carácter. Una persona con carácter es un ser íntegro, que se conoce a sí mismo y que tiene discernimiento a la hora de hacer frente a los desafíos de la vida. El carácter al que me refiero es aquel que se basa en los valores humanos tales como el amor, la verdad, la rectitud, la paz y la no-violencia. (Entrevista de Jesús Noel Figueroa)
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