La casa de la literatura en Perú, inagurada el 2009, ocupa lo que fue la antigua estación central del tren llamada “Estación de Desamparados”. Nadie ha visto la relación literatura-desamparo hasta ayer 24 de octubre  cuando surgieron rumores que anunciaban que se iba a mover a la “Casa de la literatura” a… otro sitio, ya que allí iba a pasar la PCM (Presidencia del Consejo de Ministros). Política y cultura siempre ha sido un binomio tenso, pero el trabajo que se realiza en la Casa de la Literatura le ha dado un valor, un significado, distinto al tema de la lectura en Lima. Su trabajo se ha traducido un fuerte empuje a la promoción lectora y a atraer a los niños y jóvenes a conocer autores, leer obras y formar el amor a a lectura que todos deberíamos lograr.

Cuando uno visita la casa de la literatura tiene la sensación de retroceder en el tiempo y no sentirse viejo. Lo académico parece ocultarse para dar lugar a el simple contacto entre un curioso y los libros. Las salas son espaciosas, hay personas que te saben orientar. El lector ya formado puede también encontrar salas especializadas de sus autores peruanos favoritos, entre otros espacios para aprovechar. Grato espacio, grata compañía, gratos frutos.

Revisando flickr te podrás encontrar con imágenes que muestran lo que digo, autores famosos, escolares atentos o traviesos, la lectura y la literatura volviendo a ser para todos.

Lamentablemente, parece que en Perú la cultura es lo desechable o lo accesorio. No es una cuestión de gente “inculta” (discutible el término), ya que incluso el famoso chef Gastón Acurio opinó hace unos meses que en lugar de la Casa de la Literatura le hubiera gustado ver…un mercado. Ahora, ciertos poderes políticos quieren ver a más políticos en ese espacio. Aunque parece que se han detenido esas pretensiones, la calma no aterriza, hay muchas personas preocupadas porque la movida no es solo una mudanza, es la muestra del retroceso en las políticas de cultura del gobierno de turno.

La cultura no se opone al progreso económico, al contrario, y ojalá podamos decir con Lorca: “Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro”

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