Antihéroes irreverentes y cuestionadores

Revista Ñ, diario Clarín.- El final feliz es una categoría que no aplica a la literatura de la escritora ecuatoriana María Fernanda Heredia. Sus libros terminan como en la vida, y aunque algunos finales resultan tristes, los personajes los asumen con humor como parte de la realidad que les tocó. Y como todos nosotros, aprenden a vivir con eso.

“Hay una vivencia que a cada uno le toca procesar. Todos pretendemos un poco la aventura Disney, pero hay otros momentos que nos dan elementos para entender una vida que se parece más a la real”, reflexionó. Por eso escribe contra los falsos estereotipos que dejaron las telenovelas de principios de los 70, los mismos que llenaron su infancia. Historias de mujeres preciosas y pobres que luego conocían a un hombre rico –e increíblemente hermoso- para más tarde enterarse de que en algún lugar había una herencia que las volvía millonarias. No pasa, ¿no? “Esa época marcó una forma muy nociva de entender a la mujer, sus relaciones y sus aspiraciones. No había otra fuente para matizar y eso pesó mucho en esa Latinoamérica machista”, señaló.

Como sus personajes, ella no se siente parte de ese mundo. “Son imperfectos, como soy yo”, explicó. A su modo, se revela contra ese modelo y lo expresa en sus personajes siempre tímidos, torpes en las relaciones, irónicos, analíticos, creativos, a los que las cosas le salen mal, pero siempre se ríen de sí mismos. “El humor es lo más serio que hay en mi vida. Me río en el momento en que entro en confianza conmigo”, confesó.

Extraños héroes con pinta de antihéroes que se atreven a decir cosas al mundo y a verse feos en el espejo, los protagonistas de sus historias son niños absolutamente irreverentes. Miran a sus padres no con la devoción y el respeto absoluto del que no se atreve a cuestionar nada, sino que los admiran con ternura y piensan “pobre, no se da cuenta”. “La irreverencia fue una salvación para no seguir venerando todo lo que en mi época se consideraba intocable. Sino sería una cursi escritora de libros sobre cómo preparar empanadas para el marido”.

Por suerte no lo es. Es diseñadora, redactora publicitaria y escritora. Nació en Ecuador y publica en toda Latinoamérica. Es la creadora, entre muchos otros, de libros como Amigo se escribe con H -ganador del Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma Fundalectura 2003-, Foto estudio corazón, Cupido es un murciélago y El mejor enemigo del mundo, entre muchos otros. Además, de tanto en tanto, hace giras por las escuelas de los distintos países.

La memoria y el olvido son grandes temas que se repiten a lo largo de sus historias. “Mi felicidad tiene muchas razones en el pasado, más que en el presente. Siento un miedo atroz a olvidar los detalles. Si olvido el pasado, no sé quién soy”, dijo mientras abría el ejemplar número 14 de sus libretas repletas de dibujos y anotaciones cotidianas. “Quizás por eso escribí siempre, para dejar un testimonio de esas cosas por si en algún momento la memoria me falla. La peor traición que podemos hacer es olvidar a quienes amamos.”

Contó, además, que llegó a la literatura de una manera errante. Su primer contacto fue autoescribiéndose cartas de hombres hermosos que morían por ella e inventándose el diario íntimo de una persona que no era. Una suerte de alter ego que tenía muchos amigos, no era tímida, tenía novios y pretendientes, y era muy popular. “Eso me dio una forma ficticia de comunicarme conmigo que luego me sirvió para establecer vínculos para hablarle al mundo”.

Y luego la escritura se convirtió en una especie de terapia en las que se contaba a ella misma sus desavenencias. “Escribo para la lectora que soy yo por esa necesidad de reconciliarme y entender por qué me sucedieron las cosas, pero cuando veo la reacción que hay en esos niños, me doy cuenta de que compartimos espacios, códigos y emociones”.

(TOMADO DE revista Ñ, diario Clarín)

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