Gustos y sabores. Lo que dicen los autores sobre la lectura y los niños (y no tan niños)

Ahora bien, como dice Soriano M. (2003: 60), optar por este tipo de lecturas que sabemos interesan a los jóvenes, supone una intervención en todos los niveles:

–Es imprescindible que hayamos leído nosotros mismos los libros conflictivos que proponemos.

–Esto a partir de que estamos obligados a considerar esos libros como un punto de partida y nos comprometemos también a aceptar una discusión a partir de esos libros.

–La discusión debe orientarse a un intercambio real, evidentemente, no puede excluir el replanteamiento de nuestros puntos de vista más personales.

Martha Ferreira, citando a Bamberger, indica que esta etapa corresponde al «desarrollo de la esfera estético-literaria de la lectura». En esta fase:

El lector ya es capaz de valorizar, más allá de la trama, la forma y el contenido de las historias. El interés por el mundo exterior comienza a ser sustituido por la participación en el mundo interior y en el mundo de los valores». Es así que, dice la autora, «la lectura pasa a ser mucho más diversificada y abarca historias de contenido más intelectual, libros de viajes, romances históricos, biografías, historias de amor, actualidad, literatura comprometida, etc.» (2006: 81)

Michel Petit, por su parte, señala que la adolescencia, en todas las épocas, es una etapa en que los jóvenes tienen miedo de sí mismos: «Edad en la que o se sabe cómo definirse. Y en la que se tiene miedo también de las definiciones. Una etapa en la que habría que estar más atentos que en otros, informado sobre lo que le está pasando a uno» (2007: 49). En ese sentido los libros que podrían apoyar esta etapa son aquellos en los que, coincidiendo con Petit M. se encuentren «palabras que le muestren que en el fondo no hace más que compartir afectos, tensiones y angustias universales, aun cuando se deciden de forma muy diferente, según hayamos nacido niño o niña, rico o pobre, en tal o cual rincón del mundo» (2007: 50).

Petit M. nos dice, asimismo, que

Si el papel de la lectura en la construcción de sí mismo es particularmente sensible en la adolescencia y en la juventud, puede ser igualmente importante en todos los momentos de la vida en los que tenga que reconstruirse: cuando se ha sufrido una pérdida, una desgracia, ya sea que se trate de un hecho luctuoso, de una enfermedad, de una pena de amor, del desempleo, de una crisis psíquica, que son todas pruebas que constituyen la materia de nuestro destino, cosas que afectan negativamente la representación que tiene uno de sí mismo, el sentido de su existencia. (2007: 81)

Como decíamos al inicio de esta nota, los intereses lectores dependen de cada lector. No hay fórmulas para hacer lectores, pero sí algunas propuestas basadas en experiencias de lecturas que pueden ser una base para ayudar al lector joven a descubrir un sentido a la lectura.

Bibliografía

ACTIS, B.

Cómo promover la lectura. Buenos Aires: Longseller, 2007.

BENDA, A. et al.

Lectura corazón de aprendizaje. Buenos Aires: Bonum, 2006.

BURNS, S.; P. GRIFFIN y C. SNOW

Un buen comienzo. Guías para promover la lectura en la infancia. México D. F.: Fondo de Cultura Económica, 2002.

FERREIRA, M.

«Criterios para análisis y selección de textos de literatura infantil». Cuadernos Literarios. Letritas, revista de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, año V, n. 6, 2006, pp. 77-85.

PETIT, M.

Nuevos acercamientos a los jóvenes y a la lectura. México D. F.: Fondo de Cultura Económica, 2007.

SORIANO, M.

«Lecturas de los preadolescentes y de los adolescentes». En Gloton R. y J. Jolibert. El poder de leer. Técnicas, procedimientos y orientaciones para la enseñanza y aprendizaje de la lectura. Barcelona: Gedisa, 2003, pp. 52-61.

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